11 noviembre, 2011

Barra das lenguas

Otra troupe de teutones. El alemán se me torna indescifrable; de fondo la música es en fránces; justamente se están yendo cuatro franceses que se quedaron por 2 días. Injustamente son de Toulouse {Toulouse, la ville rose, ciudad a medida, histórica, acogedora, prometedora, jovial, lejana, inaccesible, desesperanzadora, ensoñada; souvenir desgarrador} Ma mélancolie se vuelve saudade, extraño padecer que esta vez no duele tanto, porque la melancolía duele, pero a saudade não. Pareciera que los brasileros se toman los recuerdos con alegría, como si el desapego, la independencia sentimental fuera parte de su aprendizaje natural. Por mi parte, siempre tengo melancolía y poca saudade; los recuerdos, sean gratos o no tanto, duelen, por su ausencia o por haberlos fracasado. A saudade do Brasil nunca padece tristeza, así  lo canta Vinicius de Moraes, paradoja mediante, en "Tristeza", el título sólo parece una excusa, una broma, una trasnochada combinación de humores empapados en whisky,  "el mejor amigo del hombre", ese perro en botella para el poeta carioca, que canta, que más que cantar susurra "quero de novo cantar".

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