25 diciembre, 2011


IcaraIzInho


                Una veintena de molinos corta el firmamento. Las hélices señalan horas dispares de espacios olvidados. La bahía de Icaraí de Amontada se destiñe ante los rayos eléctricos del fin del día. Tres cometas juegan de cara al viento. A la distancia, en la playa, la silueta sin vida de algunos niños corre detrás de una pelota. El cielo abandona el celeste y tímido se sonrosa. El aroma a pescado llega por la espalda. Un pescador avanza por la playa montando bicicleta, carga bolsas repletas de serras y langostas. Icaraí se deshace del día con el viento remontando su último bostezo. Sobre la playa, la arenilla desfila con altanería.  Los coqueiros aplauden en silencio mientras el manto estelar de la noche revive sus mejores tiempos.

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